Thunderbolts* (2025)

Si no eres fan del Universo Cinematográfico de Marvel, durante un buen rato, Thunderbolts* adopta el estilo de sofisticadas películas de espías. Pero, en el fondo, tienen que gustarte los superhéroes y los cómics, porque su trama no escapa a los trajes de látex, las máscaras, un villano con un mechón de pelo blanco, los coches volando y muchos escombros. ¿Tiene más los pies en la tierra que otras bifurcaciones de la franquicia? Sí, pero no mucho más.

Metamos algo de emoción al resquemor chistoso y autosatisfecho de ‘Deadpool y Lobezo’, y hagamos la versión millennial de los giros al imaginario superheroico de las nuevas de ‘Spider-Man’. Añadamos a Florence Pugh, que tiene el superpoder de hablar con ligero acento ruso sin abandonar una emoción tangible y sin dejar de pelear con gracia. O a Sebastian Stan, para que eleve el conjunto. Desplacemos las grandes batallas sin renunciar a ellas, en favor de crisis existenciales como las de ‘Star Wars VIII: Los últimos Jedi’. Ya lo tienes, una película que, aun sobre carriles demarcados, funciona.